20 d’octubre del 2017

EL INDEPENDENTISMO EXPLICADO A ESPAÑOLES DE BUENA VOLUNTAD


La televisión y la prensa española no paran de hablar del conflicto catalán, pero escucho en ellos tantas mentiras, medias verdades y verdades contadas de manera intencional, que me doy cuenta que, a través de ellos, es imposible que los españoles de buena voluntad puedan entender lo que está pasando en Cataluña.

Muchos españoles no entienden como puede ser que haya tantos independentistas, e incluso se pueden sentir un poco heridos al ver eso. El nacionalismo español sale rápido a ofrecer una justificación. Como ellos utilizan los grandes medios de comunicación para conformar un relato lleno de mentiras, presuponen que los medios catalanes también hacen lo mismo. A eso le suman el supuesto adoctrinamiento en la escuela catalana para crear un sentimiento anti-español, y ya tienen una explicación que exculpa al Estado de toda responsabilidad. Eso es: Millones de catalanes quieren la independencia porque han sido adoctrinados. No importa si es falso, les sirve para su gente.

Y no es así. El proyecto independentista no se basa en una masiva manipulación a gran escala. Tiene una adhesión enorme, que no sabemos si es mayoritaria, pero que está muy bien fundamentada y, apoyándose en una identidad nacional incuestionable, en realidad, responde más a lo que los catalanes no quieren de España que a otra cosa. Si la España actual no hubiera forjado su identidad nacional en el franquismo sino en la Segunda República, seguro que el independentismo no habría llegado a tener esta magnitud.

España se fundó como una confederación de dos coronas: la Corona de Aragón y la Corona de Castilla. Se funcionaba de manera confederal respetando la soberanía de cada una, con algunas pocas cuestiones compartidas. Con la Guerra de Sucesión, se enfrentaron dos propuestas: la de Felipe V y la de Carlos de Austria. La Corona de Aragón se alineó con la propuesta de Carlos de Austria. Ganó Felipe V y más allá de imponerse, pasó a sangre y fuego Barcelona y prohibió todas las instituciones de la Corona de Aragón y el idioma catalán. Desde ese momento ya no hay sentimiento positivo por esa España que dejó de ser confederal para convertirse en una España centralizada, que podríamos entender que capturó la Corona de Aragón como botín de guerra o como colonia. Años después, el franquismo forjó España de nuevo en el mismo sentido: “una, grande y libre” prohibiendo otra vez todo hecho diferencial catalán. Después de 40 años de dictadura, los franquistas aceptaron pasar a la transición, asegurándose cuotas de poder y garantías para impedir que España pudiera ser rota o roja. El Ejército hizo llegar, a los constitucionalistas, en un sobre cerrado el Artículo 2 sobre la unidad indisoluble de España. Se votó la Constitución y, curioso, en Cataluña fue donde más votos obtuvo. Lejos de indicar una gran adhesión al texto, era producto de que Cataluña tenía muchas ganas de salir del infierno franquista.

En 2003 se quiso reformar el Estatut para adecuarlo a la realidad negada de la nación catalana. Sin embargo, para contar con el respaldo del 90% del Parlament de Catalunya, se redactó un texto que ya de partida fue descafeinado. Y, encima, al pasar por el Congreso español se le descafeinó aun más, llegando el histórico diputado del PSOE, Alfonso Guerra, a mofarse diciendo que "lo cepillamos como un buen carpintero". A pesar de todo, el texto fue aprobado en referéndum por la población catalana, aunque muchos votamos en contra por verlo demasiado tibio. En su campaña contra Zapatero, en 2006, Rajoy recogió por toda España 4 millones de firmas “contra los catalanes” (así es como resumían coloquialmente la recogida de firmas contra el Estatut) y el texto fue amputado de nuevo por un Tribunal Constitucional algo tendencioso políticamente, pues muchos artículos recortados están en estatutos de otras comunidades autónomas que los copiaron del catalán.

Desde 2010 muchos catalanes, que antaño ponían sus energías para que España se modernizara y democratizara, han perdido la fe en que sea posible. Sobretodo porque se dieron cuenta que no era solo la media España del PP, como habían creído, sino también la otra media del PSOE, los medios de comunicación, el poder empresarial,… Ante eso, se levantó, a base de organización popular, un proyecto independentista modernizador y democratizador que supuso un empoderamiento de la autoestima catalana y generó esperanza y la movilización de millones de personas en la Diada de 2012 que funcionó como un giro en el guión. Ante ese viraje, la derecha catalana se vio empujada a sumarse al proyecto aunque parte de sus mentores empresariales y económicos rechazaran la idea. Pero para continuar en el centro del tablero político con una importante cuota de poder, estimaron que debían moverse en esa dirección.

Desde hace 7 años el independentismo ha venido expresando su malestar en relación con la actual España y no se le ha escuchado sino para ningunearlo. Su gran adhesión social ha ido más allá del nacionalismo y del identitarismo, para adentrarse por encima de todo en el ámbito de los derechos sociales y económicos. Sin superar el identitarismo, no hubiera sido posible el crecimiento del independentismo catalán de un 15% inicial a quizás más de la mitad de la sociedad catalana. Además se ha observado claramente como el Estado y todos los partidos españoles, han venido haciendo oídos sordos al malestar de una gran parte de la sociedad catalana.

El nacionalismo español no hace un planteamiento democrático y, sabiéndose fuertes, niegan la demanda, imponen el inmobilismo y rechazan un referéndum porque les asusta su posible resultado. En cambio, el espíritu democrático del independentismo no ha querido imponer su solución sino comprobar si su proyecto era deseado por una mayoría social o no, aceptando permanecer en España si no lo era. Por eso ha hecho ya tres intentos de preguntar a la gente: el 9N, las elecciones autonómicas que el independentismo intentó que fueran plebiscitarias y el referéndum del 1-O.

Por cierto, cabe corregir una frecuente interpretación errónea de las elecciones “plebiscitarias”, que ahora usan muchos de los que no las aceptaron, para decir que el independentismo no es mayoritario. Esas elecciones demostraron que, como mínimo, había un 48% de independentistas, que fueron los que votaron los partidos que habían intentado que las elecciones funcionaran como plebiscito. Como todos los demás partidos negaron que fuera un plebiscito, esas elecciones no pudieron demostrar más que eso. Pero en esos otros partidos también hubo votantes independentistas (según encuestas: la mitad de los Comunes y algunos de los socialistas), de manera que seguramente, de haberse hecho un verdadero plebiscito aceptado por todos, se hubiera conseguido ese 2% que faltaba y se hubiera tenido mayoría social. Pero nunca lo sabremos. Solo sabemos que el 48%, como mínimo, eran independentistas y aproximadamente el 39% (Cs, PSC y PP), como mínimo, eran anti-independentistas y un 11% (Comunes) no se habían pronunciado.

Los que no quieren que Cataluña salga de España dicen que el proyecto independentista no se puede plantear fuera de la ley, fuera de la Constitución y de manera unilateral, que hay que hacerlo en el marco constitucional.

Ya he comentado que esa Constitución estuvo redactada bajo la atenta vigilancia del franquismo y del Ejército, y además no dio respuesta al encaje territorial obligado de Cataluña y de Euskadi, como reconoce el profesor de derecho constitucional sevillano Javier Pérez Royo. De hecho, en ese aspecto territorial, el objetivo de la Constitución fue precisamente neutralizar el “problema” catalán y vasco, diluirlos en el “café para todos” y hacer que sus posibles demandas nacionales o autodeterministas no tuvieran lugar en la Constitución. Va a parecer una pregunta demasiado ingenua, pero creo que ilustra de qué estamos hablando: Sabiendo que Cataluña y Euskadi podían querer, algún día la independencia, ¿no hubiera sido deseable contemplar eso dentro de la Constitución y darle cauces, en lugar de poner todos los impedimentos posibles? ¿No hubiera sido una muestra de buena voluntad y de respeto dirigida a conseguir una buena convivencia dentro del mismo Estado? Un matrimonio que contempla el divorcio en caso de no llegar a entenderse, ¿no es un matrimonio planteado sanamente que apuesta por el amor y contempla tener sentido siempre que haya el convencimiento por las dos partes? ¿No da a entender que el contrato matrimonial contraído no es contra nadie sino a favor de los dos? Al contrario, el Artículo 2 nombra, en su cortísimo enunciado, las palabras “indisoluble” e "indivisible" refiriéndose a la unidad de España. Por eso es irreal esperar que se pueda reformar la Constitución respecto al derecho de autodeterminación con el blindaje de los partidos nacionalistas españoles. Es posible técnicamente, pero imposible políticamente.

¿Os acordais del Plan Ibarretxe? Se invitó al lehendakari a presentar su propuesta en el Congreso y ahí se la rechazó sin contemplaciones. Como la propuesta de Ibarretxe no tenía mucha base social detrás, ahí acabó su recorrido.

Y de igual manera pretenden quitarse del medio la propuesta catalana, por eso siempre la han ninguneado y por eso invitaron Puigdemont a presentar y votar su propuesta en el Congreso, para rechazarla sin importarles el gran apoyo que tiene. Y con la misma intención se han planteado propuestas desde el nacionalismo español donde ya se avanza que se podrá hablar de todo menos de separarse de España. Se ofrece plantearlo en una reunión de presidentes de las autonomías, en una comisión parlamentaria sobre el problema territorial, o incluso en una reforma de la Constitución. Como Cataluña solo es un 16%, siempre va a estar en minoría y no podrá hacer prosperar ningún proyecto en este sentido aunque fuera mayoritario dentro de la sociedad catalana.


Por eso, aunque parezca ilegal, hay que entender que la propuesta se haya querido sacar del andamiaje legal que hace de muro de contención, para irse al quilómetro cero de la democracia: hay que preguntarle directamente a la sociedad catalana en referéndum y respetar esa voluntad, sea la que sea.

No se ha abierto ninguna otra posibilidad, con lo que, los políticos independentistas, que tienen mayoría absoluta en el Parlament de Catalunya con un mandato independentista, solo les ha quedado la posibilidad de forzar el referéndum del 1-O. Por eso han tenido que caer en algunos movimientos irregulares y no deseables en situación de normalidad, como aprobar la Ley del Referéndum en el último momento, para no dar tiempo al Estado a impugnarlo, lo que requirió no aceptar enmiendas ni postponerlo, aunque igualmente la oposición habría perdido por no tener mayoría. Así se llevó a cabo el referéndum fuera de la legalidad tal y como la interpreta el Gobierno español y el Tribunal Constitucional, pero buscando conocer honestamente la opinión de la sociedad catalana. En él, la gente se defendió cívicamente de un ataque policial fuera de toda proporcionalidad y sin sentido político. Aunque sí es verdad que, por no ser reconocido por el gobierno español, mucha gente del ‘no’ no fueron a votar, aunque ahora no es correcto que se quejen de que no lo hicieron, pues fue su decisión personal abstenerse, ya que la Generalitat les advirtió que el resultado sería vinculante.

Puigdemont ofreció hasta el último momento desconvocar ese referéndum si se acordaba uno con el Estado. Y seguro que está aun dispuesto a aceptar uno para desbloquear el conflicto. Pero dado que el Gobierno español puede aceptarlo dentro de la Constitución (cosa que han reconocido expertos constitucionales) y se niega a hacerlo, la única manera de forzar el gobierno español a no recurrir a la imposición sino preferir la solución democrática (igual que en UK o Canadá) es que tenga que promover un referéndum pactado para evitar una DI que se le viene encima.

Y así ha procedido el President Puigdemont que no ha declarado la DI y sí ha pedido mediación. En realidad, se presupone que la necesidad de un referéndum pactado saldría de la negociación mediada, pues para tomar una solución u otra, hay que partir de la voluntad de la sociedad catalana. Pero hay que entender que la Generalitat no debe renunciar a la DI porque, como parte débil en la contienda, es el único elemento de presión hacia la parte fuerte, el Estado. Y ahora este está en la encrucijada, pues si se atreve a aplicar el artículo 155 de la Constitución, suspendiendo el gobierno catalán, se le va a voltear con la presión ciudadana, y también no está en su mano evitar una DI, que defendida por el pueblo y planteada a nivel internacional, le supondría un quebradero de cabeza.

De hecho, hay que reconocer que, si a diferencia del caso Ibarretxe, está habiendo cierta apertura hacia la demanda catalana es porque el movimiento independentista, sabiendo que dentro de la ley se impondrá -ahora y siempre- un muro ante su demanda, ha hecho camino saltándose puntualmente la ley. Y por eso vemos ciertos movimientos dentro de España: Podemos pide un referéndum, se ha hablado de permitir el Estatut que se rechazó en 2010, se está proponiendo debatir sobre la fiscalidad, el PSOE han abierto una comisión parlamentaria sobre territorialidad, PSOE y PP ha ofrecido abrir la Constitución (aunque no se pueda esperar nada, sino más bien una involución, de quien niega el problema y está dispuesto a mandar 10.000 policías para conseguir lo que quiere), y hay todo el revuelo mediático y empresarial intentando salvar sus negocios, pero también con intención de asustar a la sociedad y los políticos catalanes. Más allá de pequeños cambios para que Cataluña se quede a toda costa, hay que promover una solución verdaderamente democrática que responda al agravio histórico legal para con el encaje de Cataluña en España. Sin esa desobediencia a leyes que funcionan como cárcel y sin la “amenaza” de la DI, es claro que el conflicto sería ninguneado.


La solución debería ser un referéndum acordado. Hoy día la solución no puede ser, igual que hace 300 años, igual que hace 40 años, la negativa del nacionalismo español a aceptar la autodeterminación de los pueblos con los que convive, con la coartada de un sistema de leyes que se redactó “saliendo”, como se pudo, de un régimen fascista sádico, neurótico con la unidad de España y paranoico con el diferente.


(Carta 463)

19 comentaris:

  1. 8 minuts: https://www.youtube.com/watch?v=0MdruaTWayg

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  2. El conflicto entre Catalunya y el estado español se reduce a una pregunta: ¿Es Catalunya una nación?.
    La consideración de Catalunya como nación abre la puerta al diálogo: modelo territorial, modelo fiscal , competencias ....

    Su negación aboca inevitablemente a la ruptura. Ni la ocupación policial o militar del territorio podrá enmascarar que una parte (posiblemente) mayoritaria del pueblo catalán habrá dejado de ser española para siempre.

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    1. Estoy de acuerdo. Muchas gracias por tu contribución! Un abrazo!

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  3. Sr. Oriola.. su argumentos son claros y honestos. Cabe añadir que el actual estado español tiene un nivel de corrupción cancerígeno desde la constitución de 1978. Cuando se popularizó el lema "España nos roba" habría que haber añadido una explicación con 2 puntos: 1) "nos roba a todos" a los catalanes, gallegos, vascos, andaluces, extremeños o castellanos, pues la corrupción es un problema histórico, estructural y transversal muy serio. 2) Cataluña también está en esas estadísticas, de hecho gran parte de los casos de corrupción desde 1978 tienen su origen en Cataluña.

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    1. Sr. Moreno.

      Muchas gracias por su comentario acertado. Sí, la corrupción es una motivación clave por el que mucha gente quiere formar una nueva república catalana.

      Además en la actual coyuntura política, sobretodo porque, para frenar el proceso independentista, ha interesado descubrir toda la corrupción que había en Cataluña, y entonces hemos sido conscientes de la mucha que ha habido. En realidad, eso ha ido bien para conocer este aspecto ocultado. Y ya se conocía la corrupción española de PP y PSOE, pero como esto de la corrupción funciona como que no se conoce mientras los poderes políticos se cubren unos a otros, cuando ha aflorado esta corrupción por el lado catalán, también se ha permitido que aflorara aun más la contraria, y también hemos sabido de más corrupción española. El resultado es que la población estamos en shock ante tanta corrupción.

      Entonces respecto a la corrupción como motivación para independizarnos, el comentario siempre es: ¡Pero si en Cataluña también ha habido mucha corrupción!

      Claro, normal, en todas las sociedades, incluso en las escandinavas, hay corrupción. La tentación de aprovechar una posición para beneficiarse uno mismo o los suyos es connatural al ser humano. Lo que se puede hacer para intentar mitigarlo es establecer férreos mecanismos de control, tal y como hacen las sociedades más avanzadas. Cuanta más vigilancia, menos corrupción se producirá. También el sistema educativo puede hacer algo, así como también los valores imperantes en la sociedad.

      En este sentido, una república catalana sería como cualquier otro estado del mundo, con cierta corrupción. Dependerá de los mecanismos que se establezcan el que esta sea mayor o menor. Y aunque tenemos parte de la clase política acostumbrada a gobernar en esta España, pueden estar bastante predispuestos a practicar la corrupción, pero precisamente porque la sociedad es consciente de ello y porque el proceso constituyente y de creación de un nuevo país va a tener propuestas desde todo el espectro político y social, se tiene la convicción que se podrá construir un estado nuevo mucho más vigilante con esa lacra social que en el Estado español donde ya hay dinámicas de corrupción desde siempre y donde los cambios para implementar vigilancia, con el sistema político imperante, se ve mucho más difícil.

      Un abrazo!

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    2. Sr. Oriola, ciertamente sus argumentos son razonables y de fundamento. Aquí nos ocurre como a aquella otra Mercedes Milá y Francisco Umbral, venía a "hablar de su libro".. acabamos hablando siempre del libro del procés (un libro escrito en gran parte por las CUP en un verso irreverente con la salud emocional y vital del pueblo catalán). Sr. Oriola, con profundo respeto, podemos hablar de otros escenarios que no sean la independencia, y donde la respuesta a todo no sea la (solo) la independencia.

      Cuando hablo de corrupción no es para decir y en Cataluña más por eso NO. Cuando hablo de corrupción hablo como una característica compartida, como pudiera ser el Mediterráneo, y como algo que nos puede ayudar a comprender que compartimos algunos rasgos culturales y que tenemos cosas en común, a veces no muy deseables también.

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    3. Sr. Moreno.

      Primero de todo no estoy de acuerdo con lo que apunta sobre que "el libro del procés independentista se ha escrito en gran parte por la CUP con un verso irreverente con la salud del pueblo catalán", creo que Rajoy hace mucho más contra la salud del pueblo catalán. Y en todo caso no me gustan esos intentos de señalar unos catalanes como buenos y otros como malos, todos somos expresión de este pueblo, y la CUP una expresión muy sana: idealista, de izquierdas, no-corrupta, movilizada, solidaria con otras causas, etc...

      Tampoco entiendo su comentario de venir a hablar de mi libro y volver al tema de la independencia. El artículo que he escrito y usted comenta es justamente sobre el independentismo, entonces estamos hablando de esto, no?

      Y sobre lo que dice de que la corrupción nos une, ya le digo que la corrupción no solo es propia de los habitantes de España, sino de los de todo el mundo. Es algo humano y atávico. Y claro que en el tema del artículo que es la independencia, también es una cosa que ilusiona a muchos catalanes, poder hacer un nuevo estado donde se piensen e implemente muchos mecanismos contra la corrupción. En un estado independiente y más pequeño será más fácil de combatir ese delito, pero si al final no hay independencia (espero que, en este caso, sea porque la sociedad catalana -consultada en referéndum- no lo quiera en su conjunto y no porque PP+PSOE+Cs nos lo impongan), la lucha contra la corrupción seguiría siendo, igualmente, un tema a trabajar.

      Atentamente.

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    6. Personalmente había entendido que su artículo venía a explicar al resto de español@s de buena voluntad que estaba pasando en Cataluña, debido a parcialidad o la distorsión generalizada de cómo se trata este conflicto en los medios de comunicación.

      Si he entendido más o menos bien, me parece relevante poner sobre la mesa el papel que está haciendo las CUP mediante su particular idiosincrasia. Un papel de liderazgo del procés, a partir de una estrategia de confrontación basada en la desobediencia civil y el apoyo popular más allá de sus bases sociales.

      Esta estrategia viene pensada desde mucho antes del 1-O desde una cultura política crítica e intransigente con un particular y elaborado análisis de la realidad y sus responsables.

      Más allá del acuerdo, o desacuerdo, con esta capacidad de análisis de las dimensiones e intereses del pueblo catalán, es de dominio público que las CUP están dispuestas a asumir los costes emocionales, vitales, sociales o económicos que representa la estrategia que defiende para conseguir la autorrealización del pueblo del que forma parte – expresada mediante la intención de voto, representan el 7,8% según últimos sondeos GESOP -. De lo que discrepo abiertamente es que haya una mayoría social que esté dispuesta a asumir esos mismos costes para tan noble fin.

      Lamento que le disguste, pero permítanme expresarme en algo que considero fundamental que sepan al público al que dirige su carta. Estoy de acuerdo en que dividir entre buenos y malos es una estrategia muy barata a corto plazo y muy cara a largo plazo, y si se ha entendido así, disculpe, pues mi intención es hacer crítica constructiva y reflexiva, sumando otra visión complementaria a la del escrito inicial sobre lo que ocurre en Cataluña.

      Llegados a este punto, lo que ocurre en Cataluña no se puede explicar sólo mediante el independentismo, porque el movimiento amplio está formado por fuerzas sociales vivas que no quieren la independencia sino la modernización del estado hacia criterios más justos, de igualdad de oportunidades, solidarios y democráticos. Personalmente considero que estas fuerzas representan casi el mismo porcentaje que el independentismo, pero no están tan bien organizadas ni tienen los argumentos tan consensuados, refinados y cristalizados. Se ha recorrido un camino juntos por confluencia de intereses, no por fines.

      Y ya para cerrar este comentario, de acuerdo con usted que a corrupción es una características de las sociedades de todo el mundo, sin embargo para la corrupción que nos atañe no es solo una cuestión de tamaño (para no entrar en el polémico tema del si el tamaño importa) sino de consenso sobre el proceder, y por el momento veo más brindis al sol en este tema que avances cotidianos.

      Afectuosamente

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    7. Bueno, cada uno piensa como piensa. Repito que no me gusta ver como se quiere criminalizar la CUP como peligrosos. Se ha venido haciendo desde todos los medios españolistas y por eso lo rechazo. La postura de la CUP me parece bien legítima, aunque no sea mayoritaria, y si ha tenido cierta influencia más allá de su porcentaje es por el juego democrático y nadie está obligado a usar sus votos, si se quieren incorporar es porque representan una parte del independentismo. En todo caso, la CUP no plantea la desobediencia porque quiera tensionar nada, seguro que le gustaría no tener que desobedecer nada, sino que es su propuesta para salir del atolladero. Quien tensiona la sociedad catalana es el Gobierno español, que no acepta que haya un referéndum y amenaza y quiere someter. A partir de aquí sí es normal que la CUP (y muchos otros sectores del movimiento que no son la CUP, como la ANC, Omnium y ERC) quieran desobedecer a Rajoy y sus imposiciones.

      Y si hay sectores del PdCAT y otros que tienen dudas respecto de la DI no es porque no la quieran declarar, tenga eso claro, sino más bien porque temen a un Estado español inhumano que les quiere hacer daño. Es por miedo, no por falta de convencimiento. ¿Aprueba usted que el Estado funcione así con amenazas? ¿Le parece legítimo que es Estado quiera imponerse por la fuerza para evitar un referéndum o llegados al caso declarar una DI -ya que no dejan otra salida más que la rendición incondicional-?

      Ahora nos quieren llevar de nuevo a unas elecciones. Pero no toca porque el dilema no es quien debe gobernar (eso se hizo y si se celebrasen elecciones normales volvería a salir el independentismo), si se quieren hacer es para desmontar el movimiento, ilegalizando partidos e manipulando y asustando todo lo que puedan en esas elecciones. Ya hay un proyecto independentista sobre la mesa, lo que toca es saber si tiene mayoría social o no, a través de un referéndum acordado, pero eso es ciencia ficción con este Estado.

      En todo caso me gustaría que hubiera menos análisis escudriñando esto o aquello del movimiento independentista, y más miradas y denuncias de la actuación de un Estado impositivo y con cero respeto por los postulados diferentes al nacionalismo español.

      Por otro lado, veo una parte de la sociedad catalana independentista, ilusionada con un proyecto político y queriendo hablar, debatir y contrastar (desde su postura, lógicamente, pero con respeto y aceptando la posibilidad que su propuesta no tuviera mayoría social), y veo otra parte de la sociedad catalana no-independentista pero nada ilusionada con el proyecto español (un proyecto que de hecho no existe, solo es mantener unida España) sino más bien queriendo permanecer en España por motivos más sentimentales que otra cosa (legítimo también, pero habría que asumir entonces que eso es nacionalismo español, pues mucho se ha criticado el independentismo por ser nacionalista, cuando ya no son esos los valores que le hacen sumar adhesiones incluso en catalanes con orígenes en otras partes de España). Además esa parte no-independentista de la sociedad catalana, no está ofreciendo un proyecto para todos los catalanes, sino que solo es permanecer en España porque ellos lo prefieren por sus raíces afectivas. O expresado con mala leche por Arrimadas en el Parlament: porque no le daba la gana que su familia tuviera que usar el pasaporte para visitarla. Cuando si las cosas se hacen bien, no habrá frontera entre dos países de la UE, a menos que España demuestre tanto amor por Cataluña que intente utilizar su fuerza para boicotear su pertenencia en la UE, pero entonces que Arrimadas le reclame a España. Percibo en esos catalanes pocas ganas de hablar, debatir y contrastar posturas, y sin ninguna intención de aceptar una Cataluña independiente ni que tuviera mayoría social.

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    9. Evidentemente que hablo desde el respeto a sus opiniones y desde una invitación al diálogo, que ya estamos manteniendo para mi satisfacción y espero que la suya, ojala sirva como inspiración para otros talantes.

      Usted insiste que no quiere que se criminalice a la CUP como peligrosa porque es lo que está haciendo los medios españolistas. Si lo dice por los argumentos que le hago llegar respecto a estos, no son criminalizadores sino críticos respecto a su responsabilidad como fuerza política parlamentaria con 10 diputados, que comparto con usted que están jugando con habilidad.

      En todo caso estos representantes democráticos de mi gobierno afectan a mi vida, y si lo hacen creo que también es necesario que sepan cómo, que también sepa que no hablan en mi nombre, y no por ello apruebo, de NINGUN MODO, el proceder autoritario y el uso de la fuerza y del derecho torticero que está haciendo el gobierno del Partido Popular. Le ruego no mezclemos los churras con las merinas. A título de anécdota, en alguna ocasión me ha pasado que por ser crítico con el procés, la independencia o la CUP, por sentir o pensar de otra forma menos afín a estos planteamientos he tenido que acabar justificando que no soy falangista.

      No apruebo que el gobierno español ni ningún tipo de poder actué mediante amenazas delante de propuestas democráticas legítimas, ni ahora ni nunca. No me parece legítimo ni legal imponerse mediante la fuerza cuando se solicita una consulta o referéndum, pero también considero que el proyecto no recoge otras sensibilidades republicanas que se han puesto encima de la mesa como la federal o confederal, y que se han menospreciado abiertamente.

      Eso también es de recibo ponerlo encima de la mesa

      A usted le gustaría menos crítica y más apoyo delante de las animaladas del Partido Popular, a mí me gustaría que no me arrastraran a una situación que se veía venir a todas luces, y ahora no solo hablo de la injustificable represión de un partido que entre sus miembros se encuentra una buena parte de una elite extractiva, nacionalista castellana, de cultura falangista y de descendencia de cuadros franquistas, sino también al impacto económico, social y cultural que no está llevando el camino y las formas escogidas, y donde se van cayendo por el camino los supuesto idealizados.

      ¿Dónde estar la riqueza con la que cuenta la propuesta independentista si caemos en recesión?, ¿Cómo vamos a enfrentarnos a un estado con muchos más recursos, más allá de la propuestas que nos piden que estemos movilizados permanentemente?, ¿Qué va a pasar con los proyectos personales o de familia que se están truncando porque el cuerpo no nos da más de sí?, ¿Qué va a pasar entre los millones de catalanes que se sientan a comer en la misma mesa entre generaciones de diferentes orígenes e idiosincrasias, véase bisabuelos, abuelos o padres de otras partes de España con padres, hijos o nietos catalanes ?

      Si hubiera espacio para hablar se sorprendería de los motivos que pueden sustentar otros proyectos, la ilusión y las sonrisas no es solo capital de la formula independentista, como por ejemplo las que en su día conformaron el tripartito (yo diría que esta época fue donde mejor estuvimos a todos los niveles en Cataluña), o en la actualidad Cataluña en Comú.

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  4. Publico el siguiente comentario, porque un lector se ha dirigido a mi correo electrónico para decirme que él cree que la Televisión de Cataluña es mucho más manipuladora que las españolas. Le he contestado lo siguiente y lo pego aquí para enriquecer en debate en este hilo de comentarios:

    Hay estudios muy interesantes que se han hecho en este sentido por parte del Observatori de Mitjans. Sobretodo el primero, leete las conclusiones que están muy bien:
    https://www.media.cat/2014/11/06/informe-l%E2%80%99espiral-del-silenci-a-analisi/
    https://www.media.cat/2015/05/07/tertulies-en-proces/

    Según estos estudios, en TV3 hay mucha más pluralidad al respecto de este tema que en las televisiones estatales. Por otro lado, si pensamos en un televidente en Cataluña y en España nos encontramos con esta situación tan dispar:

    - Cataluña: Las televisiones públicas que dependen de la Generalitat (un poco más inclinada a la independencia, también lógico si es un tema que interesa tanto a la sociedad) solo tienen un 20% de share. Las televisiones publicas del Gobierno o privadas (contrarias todas a la independencia, lógico también dado que en España interesa más la unidad, aunque esa falta de pluralidad atenta a la objetividad mínima que deberían ofrecer los medios de comunicación) tiene un share del 80%. Por tanto, el ciudadano de Cataluña tiene acceso a bastante diversidad en este tema, y además, aunque algunos catalanes solo consuman TV3 (así como otros catalanes consumen solo medios estatales!) ese televidente tendría acceso en TV3 a un 55% de tertulianos favorables a la independencia y un 38% en contra. Pero es que además el share de esos medios es del 20% y en cambio el independentismo tiene un mínimo del 48% según las elecciones plebiscitarias.

    - España: Un ciudadano de Madrid, por ejemplo, tiene un 100% del share en contra del proceso de independencia con unos porcentajes de tertulianos en contra de la independencia de un 97% frente al 2% a favor.

    Para mi está muy claro que si hay "adoctrinamiento" (en su versión de falta de pluralidad informativa) es mucho mayor en España que en Cataluña.

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    1. Un informe del Consejo de Informativos de TVE (23 ejemplos de manipulación informativa): http://vertele.eldiario.es/noticias/Ejemplos-manipulacion-informativa-TVE-Catalunya_0_1951604845.html

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  5. Una opinión vista en internet en el periodico ARA: "Han asegurado que aunque Puigdemont convoque elecciones, el 155 sigue su curso. En estos momentos la retirada vía elecciones no trae ningún beneficio.

    La DUI tiene un precio, eso seguro, pero pone en jaque al Estado, y nos hace entrar en otro escenario donde la partida se juega con otras fichas (internacionales) las cuales no todas están bajo el control del Estado.

    La opción menos mala ahora en mi opinión es proclamar la Independencia y, si se pierde, que sea dignamente y obligando al Estado a enseñar internacionalmente su peor cara."

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  6. El independentismo explicado a los independentistas: ser independentista, separatista, nacionalista, patriota (Trumpos), es ser ya gentes fuera de Ley y sin Futuro, todos culpables de los millones de muertos en Guerras Mundiales.

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